Oración a San José Dormido: Intercesor en silencio
✝ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
San José Dormido, varón justo y fiel,
hoy me acerco a ti con el corazón abierto,
cargado de preocupaciones, de anhelos, de temores y de sueños.
Así como dormías en paz confiando plenamente en la voluntad del Padre,
quiero aprender de ti a descansar en la certeza de que Dios no me abandona.
Enséñame a creer cuando todo parece oscuro,
a confiar cuando no veo salida,
a esperar cuando el alma tiembla de incertidumbre.
José, tú que escuchaste la voz del cielo en medio del silencio,
tú que recibiste la Palabra divina mientras dormías,
hoy te pido que escuches también mis ruegos,
que tomes mis intenciones, las presentes ante el trono de Dios,
y las medites en tu corazón justo, como lo hiciste con los misterios de María y Jesús.
Tú no hablaste mucho en la historia sagrada,
pero tu silencio obediente construyó la salvación.
Tu humildad protegió al Redentor,
y tu ternura fue escudo del Mesías.
San José Dormido,
te veo en calma, recostado, con el alma entregada a la voluntad de Dios.
Tú que supiste descansar aún con la carga de grandes decisiones,
intercede por mí en este momento.
Dame paz en medio de la tormenta.
Dame confianza cuando el corazón no puede más.
Dame fe cuando las fuerzas flaquean.
Tú sabes lo que es llevar la responsabilidad del hogar,
tú sabes lo que es cargar las inquietudes en silencio.
Tú sabes lo que es proteger sin ser visto,
amar sin esperar reconocimiento.
Tú dormías, y Dios actuaba.
Tú descansabas, y el Señor te hablaba.
Tú callabas, y el cielo te confiaba grandes misiones.
Enséñame, San José, a no desesperarme.
A entender que hay batallas que no se ganan con gritos ni angustias,
sino con la confianza tranquila del que ha puesto todo en manos del Señor.
Hoy, San José Dormido,
quiero acercarme a ti como un hijo que se recuesta sobre el pecho de su padre.
Quiero dejarte aquí, junto a tu descanso santo, mis peticiones más profundas:
mis miedos, mis hijos, mi salud, mis deudas, mis decisiones.
Te las entrego escritas en el alma,
como el Papa Francisco deja sus intenciones bajo tu figura.
Tómalas tú, que supiste discernir en los sueños,
y preséntalas a Dios como ofreciste tus obras y tu vida entera.
San José, modelo de serenidad,
no quiero que el miedo me robe el gozo.
No quiero vivir esclavo de la ansiedad.
Enséñame a dormir en paz,
a vivir cada día con confianza,
a entender que no todo depende de mí.
Dios también actúa cuando yo descanso.
Dios también pelea por mí cuando yo no lo veo.
Dios también cuida mi casa, mi familia, mi alma,
aunque mis ojos no lo perciban.
José, tú que creíste en medio de lo incomprensible,
tú que tomaste a María cuando no entendías todo,
tú que partiste hacia Egipto sin saber qué encontrarías,
enséñame a caminar por fe.
Enséñame a abrazar los planes de Dios,
aunque no coincidan con los míos.
Enséñame a aceptar el misterio con humildad.
Padre adoptivo de Jesús,
bendice mi hogar,
bendice mis pasos,
bendice mis decisiones.
Tú que fuiste el guardián del Salvador,
guarda también mi vida y la de los míos.
Si alguna puerta se cierra, que sea porque Dios tiene otra mejor.
Si alguna dificultad se presenta, que yo sepa verla como oportunidad de fe.
Y si alguna cruz aparece, que pueda llevarla contigo,
con dignidad, con esperanza, con amor.
San José Dormido,
que tu sueño me enseñe a soltar lo que no puedo controlar.
Que tu silencio me enseñe a escuchar la voz de Dios en mi interior.
Que tu obediencia me enseñe a decir “sí” a lo que el Señor me pide.
Hazme humilde como tú, trabajador como tú, pacífico como tú.
Que mi vida sea reflejo de la tuya:
una vida sencilla, entregada, silenciosa, pero llena del poder de Dios.
Te pido, San José, por los padres de familia:
por aquellos que trabajan sin descanso,
por quienes cargan preocupaciones y luchas.
Dales fortaleza, sabiduría, amor incondicional.
Te pido por los que están enfermos,
por quienes están solos, por los que no pueden dormir.
Alcánzales consuelo, salud y descanso verdadero.
Te ruego por la Iglesia,
de la que eres custodio silencioso.
Protégela de las divisiones, de los ataques, de la confusión.
Haz que resplandezca en ella la fidelidad a Cristo,
la unidad, la pureza y la caridad.
Ruega por los sacerdotes, por los consagrados, por los que luchan por el Reino.
Tú que protegiste el cuerpo de Cristo en la tierra,
protege hoy su Cuerpo místico en el mundo.
Y te pido por mí, San José:
para que nunca pierda la fe,
para que viva con alegría,
para que no me canse de amar.
Haz que cada noche, al cerrar los ojos,
pueda decir con paz: “Todo lo dejo en tus manos, Señor”.
Y que al despertar cada día,
tenga el corazón renovado,
como tú te levantabas del sueño, listo para servir.
Gracias, San José Dormido,
por tu presencia invisible pero poderosa.
Gracias por ser intercesor fiel,
por escuchar mis súplicas,
por consolar mis lágrimas.
Gracias por ser ese padre callado,
pero atento, fuerte y protector.
Contigo a mi lado, el miedo se va.
Contigo, puedo dormir en paz.
Contigo, puedo vivir en esperanza.
San José Dormido, ruega por nosotros.
San José Dormido, protégenos.
San José Dormido, guíanos al corazón de Jesús.
✝ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
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