Oración poderosa a San Miguel Arcángel para pedir protección contra todo mal
✝ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
¡Oh glorioso San Miguel Arcángel!
Príncipe invencible de los ejércitos celestiales,
guerrero de la luz, espada del cielo,
ángel de fuego y defensor de las almas.
Hoy me postro ante ti con fe ardiente,
con el corazón encendido en esperanza,
clamando tu presencia, tu intercesión,
¡y tu poderosa protección contra todo mal!
Tú que fuiste creado por Dios
para destruir las obras del enemigo,
para vencer las tinieblas con la luz del Altísimo,
y para expulsar a Satanás del cielo
con la fuerza de la obediencia,
con la espada de la justicia,
con el fuego del amor divino,
¡ven ahora a protegernos, San Miguel!
¡Sí, ven!
Desciende con tu ejército de ángeles santos,
con alas que brillan como el sol,
con armaduras resplandecientes de gloria,
con estandartes que proclaman:
"¿Quién como Dios?"
En este momento, San Miguel,
te consagro mi vida,
mi hogar,
mi familia,
mis pensamientos,
mis decisiones,
mis caminos…
y muy especialmente te consagro
mi alma, mis luchas interiores
y todos aquellos combates que no se ven,
pero que pesan en el espíritu.
¡Protégeme, defensor del pueblo de Dios!
Rompe con tu espada celestial
toda cadena de maldad,
todo lazo de oscuridad,
toda obra oculta del enemigo
que quiera infiltrarse en mi vida.
Tú que conoces las trampas del infierno,
levántate hoy como mi protector personal.
Declaro con fe:
¡Si San Miguel está conmigo, quién contra mí!
Guarda mis noches,
protégeme mientras duermo,
vela por mí en los momentos de debilidad,
intercede ante el trono del Altísimo
para que no caiga en la desesperación,
en la mentira, en la tibieza espiritual.
San Miguel,
en el nombre de Jesucristo nuestro Señor,
te pido que ates a los espíritus impuros,
que alejes de mí toda energía oscura,
todo pensamiento que no viene de Dios,
toda opresión que haya querido entrar en mi casa,
en mi cuerpo, en mi corazón.
¡Llena los espacios de mi alma con tu luz!
¡Que donde haya confusión, entre tu claridad!
¡Donde haya miedo, entre tu poder!
¡Donde haya guerra espiritual, entres tú,
capitán de los ejércitos del cielo,
para declarar victoria en el nombre del Señor!
Derriba toda palabra maldita
pronunciada contra mí,
contra mis hijos,
contra mi familia.
Destruye todo altar de maldad,
todo pacto de oscuridad,
toda maldición generacional
que quiera contaminar mi presente
o atar mi futuro.
¡Rómpelo todo con tu espada de luz!
San Miguel,
te ruego que cubras mi casa
con tu presencia celestial.
Coloca ángeles en cada esquina,
en cada puerta y cada ventana,
y no permitas que ningún espíritu impuro
tenga acceso al lugar donde habito.
Que mi hogar esté consagrado
al Dios vivo y verdadero.
Sella con tu escudo
mis pensamientos, mis emociones y mi voluntad.
Que el enemigo no tenga poder sobre mí.
Que el maligno no me confunda,
no me divida,
no me robe la paz,
no me robe la alegría.
San Miguel,
tú que eres portador de autoridad espiritual,
entra en la batalla que estoy librando,
esa que solo tú y Dios conocen.
Ayúdame a vencer con humildad,
a resistir con fe,
a vivir con firmeza,
a caminar con la certeza de que
el cielo pelea por mí.
Oh San Miguel Arcángel,
bendito mensajero del juicio de Dios,
no permitas que el pecado me domine,
ni que las tentaciones me venzan.
Ayúdame a vivir en gracia,
a luchar por mi salvación,
a no quedarme tibio,
a no dejarme llevar por el mundo.
Saca de mi vida todo lo que me separa de Dios
y dame hambre de santidad.
Te ruego también por todos aquellos que amo:
mis hijos, mis padres, mis hermanos,
mis amigos, mis compañeros de camino…
Protégelos también a ellos,
cúbrelos con tu manto de fuego,
líbralos de accidentes, de ataques del enemigo,
de enfermedades, de caídas espirituales.
Sé tú su escudo, su guardián, su intercesor.
San Miguel,
levántate en mi favor,
pon tus pies sobre las fuerzas del mal
que han querido atormentarme,
y declara sobre mi vida la victoria del Cordero.
Que tu espada defienda mi alma,
que tus alas me envuelvan en su luz,
y que nunca me falte tu auxilio.
¡Oh príncipe celestial,
te llamo con fe viva!
No permitas que viva dormido espiritualmente.
Despierta en mí el fervor,
el celo por el Reino,
el deseo de vivir cada día
como un auténtico hijo de Dios.
Y si alguna vez me aparto,
ven, corrígeme con amor,
guíame de regreso al buen camino,
y nunca me dejes solo.
San Miguel Arcángel,
toma hoy mis temores,
mis batallas,
mis debilidades,
y preséntalos ante el trono del Dios Altísimo.
Ruega por mí,
por mi conversión,
por mi salvación,
por mi vida eterna.
Y cuando llegue el día final,
el día en que mi alma cruce el umbral,
te pido que estés allí,
esperándome con tu espada luminosa,
para defenderme en la última batalla
y guiarme a la gloria del cielo.
Gracias, San Miguel,
por tu fidelidad,
por tu protección,
por tu intercesión poderosa.
Te alabo, te invoco, te bendigo,
y me consagro a ti,
como tu humilde servidor,
para que luches por mí,
y para que camines conmigo
hasta alcanzar la vida eterna.
✝ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario