✝ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Señor Jesús, Hijo de Dios vivo, mi alma se postra ante tu presencia en este momento de oración profunda y sincera. Vengo con el corazón abierto, con fe firme, con esperanza confiada, a clamar tu misericordia y a pedir, con humildad y con amor, que cubras a mis hijos con el poder de tu preciosísima Sangre.
Tú que diste tu vida en la cruz, tú que derramaste hasta la última gota de Sangre por amor a la humanidad, hoy te ruego que esa Sangre redentora, que brotó de tus manos, de tus pies, de tu costado abierto, descienda con poder sobre mis hijos, los selle, los cubra, los guarde y los proteja de todo mal.
Jesús, tú conoces sus nombres, conoces sus rostros, conoces su historia y su corazón. Tú sabes cuántas veces he orado por ellos, cuántas veces he llorado en silencio, pidiéndote que no los sueltes de tu mano. Por eso hoy elevo esta oración confiando plenamente en ti, porque tú eres el buen Pastor que nunca abandona a sus ovejas.
Sangre poderosa de Cristo, te suplico: cúbrelos desde la cabeza hasta los pies. Que tu Sangre divina sea armadura contra la enfermedad, contra los accidentes, contra toda influencia del maligno. Que donde ellos estén, tu Sangre preciosa sea un escudo que los defienda de todo peligro físico y espiritual.
Sella, Señor, sus pensamientos con tu Sangre bendita. Que en su mente no entre confusión, mentira ni engaño. Que sus ideas estén iluminadas por tu verdad, que su razonamiento sea guiado por la sabiduría que viene de lo alto, y que sus decisiones estén siempre dirigidas por tu Espíritu Santo.
Sella sus ojos, para que miren siempre con pureza, con bondad, con compasión. Que eviten lo que no edifica y se mantengan firmes en lo que agrada a Dios. Sella sus oídos, para que no escuchen palabras de odio, maldición o confusión. Que se abran únicamente a tu Palabra viva y eterna.
Sella sus labios, para que hablen siempre con verdad, con dulzura, con respeto. Que su boca sea instrumento de bendición, de paz y de amor. Que rechacen la murmuración, el insulto y la mentira, y proclamen con valentía que tú eres su Señor y Salvador.
Sella su corazón, Jesús, con tu Sangre redentora. Protégelo de la tristeza, del odio, de la envidia y del rencor. Llénalo de tu amor, de tu alegría, de tu ternura divina. Que no falte en sus vidas la fe, la esperanza y el deseo de seguirte.
Sella sus manos, para que actúen con justicia, con generosidad y con misericordia. Que sus obras sean siempre buenas, que no se dejen arrastrar por la violencia ni la rebeldía. Sella sus pies, para que caminen por senderos rectos, para que no tropiecen en caminos de oscuridad, sino que vivan en tu luz.
Oh Sangre de Cristo, cúbrelos mientras estudian, mientras juegan, mientras caminan, mientras duermen. No los sueltes jamás. Que ningún plan del enemigo prospere en su contra. Que ninguna maldición, palabra negativa o intención oscura tenga poder sobre ellos. ¡Rómpelo todo con tu Sangre gloriosa, Señor!
Te suplico que alejes de ellos toda persona malintencionada, toda amistad que los aparte de ti, todo ambiente que los contamine. Rodéalos con ángeles poderosos, con amistades sanas, con palabras sabias. Que su entorno sea reflejo de tu presencia.
Jesús, hoy, en tu nombre, bendigo a mis hijos. Te pido que tomes sus vidas y las transformes para tu gloria. Que no vivan según el mundo, sino según tu voluntad. Que cada día se parezcan más a ti. Que cuando caigan, tú los levantes; cuando lloren, tú los consueles; cuando duden, tú los ilumines; cuando estén débiles, tú los fortalezcas.
Toma sus sueños, sus metas, sus talentos y sus luchas. Haz de ellos instrumentos de tu amor en el mundo. Que desde ahora y por siempre estén sellados con tu Sangre divina y resguardados bajo el amparo maternal de la Virgen María. Oh Madre Santísima, intercede por mis hijos, cúbrelos con tu manto y preséntalos cada día ante el trono de Dios.
Padre eterno, no me canso de pedir por ellos, porque tú mismo me los regalaste. Son tu herencia, son tu creación, y yo solo quiero ser buen instrumento para guiarlos hacia ti. Ayúdame a ser un padre (una madre) lleno(a) de fe, de ejemplo, de oración, de paciencia y de sabiduría.
Espíritu Santo, llena a mis hijos de tus dones. Que crezcan en sabiduría, en entendimiento, en consejo, en fortaleza, en ciencia, en piedad y en santo temor de Dios. Que nunca se alejen de la Iglesia, que amen los sacramentos y que vivan conforme a tu Palabra.
Te doy gracias, Señor, porque sé que esta oración no vuelve vacía. Creo firmemente que tu Sangre preciosa está actuando ahora mismo sobre mis hijos. Gracias por tu fidelidad, por tu amor sin medida y por tu protección divina.
Hoy, los dejo en tus manos, Jesús. Yo descanso sabiendo que tú los cuidas mejor que yo. Haz tu obra en ellos y condúcelos a la vida eterna.
✝ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
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