Oración a la Virgen María por quienes sufren depresión, ansiedad o tristeza
Oh dulcísima Virgen María, Madre del Amor y Refugio de los afligidos, hoy me acerco a ti con el corazón compasivo y lleno de fe, para rogarte por todos aquellos que atraviesan momentos oscuros en su alma, por quienes están sumidos en la depresión, la ansiedad o la profunda tristeza. Tú, que conoces el dolor del corazón humano, tú que en tu Inmaculado Corazón guardaste tanto gozo como sufrimiento, no apartes tu mirada de quienes hoy no encuentran sentido, alegría ni paz.
Madre del consuelo, intercede ante tu Hijo Jesús por estas almas abatidas. Muchos de ellos luchan en silencio, con lágrimas que nadie ve, con pensamientos que los abruman, con sentimientos de vacío que los paralizan. A algunos los consume la angustia, el miedo o la desesperanza. Otros han perdido el deseo de vivir, se sienten solos, incomprendidos o rechazados. Pero tú, Madre de ternura infinita, puedes tocar sus corazones con la suavidad de tu amor, puedes encender en ellos una luz en medio de la oscuridad.
Virgen de la Esperanza, camina junto a ellos en sus noches más tristes, en sus momentos de ansiedad, en sus días de fatiga interior. Sé para ellos como estrella en medio del mar, como madre que abraza sin condiciones, como bálsamo que cura las heridas del alma. Dales la gracia de sentir que no están solos, que tú los acompañas, que tú los entiendes, que tú intercedes sin cesar por su sanación.
Ruega por ellos, Señora nuestra, para que encuentren ayuda, apoyo y palabras de aliento. Que puedan rodearse de personas que los escuchen con amor, que los comprendan con paciencia y que los impulsen con esperanza. Inspira a los médicos, terapeutas, amigos y familiares que los acompañan, para que actúen con sabiduría, respeto y ternura. Y sobre todo, ruega para que el Espíritu Santo los visite con su luz y les devuelva la paz que tanto anhelan.
Madre de la Vida, infunde en sus corazones el deseo de buscar a Dios, de abrirse a su amor y de confiar en su misericordia. Que comprendan que, aunque se sientan quebrados, el Señor puede levantar sus vidas y hacerlas nuevas. Que en medio del dolor puedan mirar tu rostro y recordar que tú también sufriste, que tú también lloraste, y que en tu Hijo hallaste fuerza y victoria.
Virgen María, Reina de la Paz, regala a quienes padecen depresión y ansiedad la capacidad de volver a confiar, de sonreír sin culpa, de descansar sin temor, de esperar sin angustia. Que cada día puedan dar un paso hacia la luz, que cada oración tuya por ellos sea un rayo de esperanza en su tormenta interior. Y si han perdido el gusto por la vida, ayúdalos a descubrir que cada instante es valioso, que cada suspiro cuenta, y que Dios aún tiene un plan hermoso para ellos.
Madre del Silencio, fortalece también a quienes cuidan y acompañan a los que sufren estas dolencias. Dales ánimo para no rendirse, sabiduría para saber cómo ayudar, y fe para no dejar de orar. Que nunca falte la esperanza, que nunca se apague la fe, que nunca se cierre la puerta del amor.
Oh María, consuelo de los que lloran, te confío a todos los que hoy están cansados del alma. Abrázalos, protégelos, y llévalos al Corazón de Jesús, donde encontrarán descanso, sanación y nueva vida. Que contigo aprendan a esperar, a resistir, a levantarse, y a creer que la luz vencerá la oscuridad. Amén.
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