Oración de Liberación y Protección Católica
✝ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Señor Jesús, hoy vengo ante Ti con el corazón abierto, sediento de tu gracia, hambriento de tu poder, necesitado de tu liberación. Tú eres el Hijo de Dios vivo, el Alfa y la Omega, el Señor de todo lo visible e invisible. Te proclamo como mi Salvador, mi Redentor y mi Rey. Hoy me rindo por completo a Ti, me entrego a tu misericordia, me abandono a tu amor que todo lo puede.
En este momento, Señor, invoco tu Sangre preciosa, esa Sangre que brotó de tu costado abierto en la cruz. Que esa Sangre divina me cubra por completo: mi cuerpo, mi alma, mi mente, mi espíritu, mis emociones, mi historia, mis recuerdos, mis pensamientos y mis decisiones. Que tu Sangre me limpie, me purifique, me libere de todo lo que no viene de Ti.
¡Ven, Espíritu Santo!
Fuego del cielo, poder del Altísimo, ven sobre mí ahora.
Desciende con fuerza, con gloria, con luz.
Ilumina todo rincón de oscuridad, expulsa todo lo que no sea de Dios.
Sopla sobre mí, Espíritu de vida, y renueva mi ser desde lo más profundo.
Rompe cadenas, abre puertas, restaura, sana, vivifica.
En el nombre poderoso de Jesús, renuncio ahora a toda atadura espiritual, a toda opresión del enemigo, a todo espíritu contrario a Dios que haya querido invadir mi vida.
Renuncio al pecado, al orgullo, a la mentira, a la ira, al resentimiento, a la falta de perdón.
Renuncio a toda palabra maldita, a toda maldición generacional, a toda práctica contraria a la fe cristiana: adivinación, brujería, esoterismo, ocultismo, espiritismo.
Renuncio a todo lazo con las tinieblas, y proclamo que pertenezco a Cristo, y solo a Él.
En el nombre de Jesús, con la autoridad que Él me ha dado como hijo de Dios,
rompo ahora todo espíritu de miedo, angustia, desesperación, tristeza profunda,
espíritu de ruina, de enfermedad, de depresión, de confusión.
Los ato y los echo fuera en el nombre de Jesucristo.
¡Fuera toda oscuridad! ¡Fuera toda opresión! ¡Fuera todo mal!
Jesús ha vencido, Jesús reina, Jesús es el Señor de mi vida.
Señor, establece tu Reino en mí.
Que tu luz sea mi escudo, que tu Palabra sea mi espada, que tu Espíritu sea mi fuerza.
Envía a tus santos ángeles, Miguel, Gabriel, Rafael y sus coros celestiales,
para que rodeen mi vida, mi hogar, mi familia.
Que ningún demonio, ninguna tentación, ningún ataque del maligno tenga poder sobre mí.
Me cubro con el manto de la Virgen María, tu Santa Madre,
y me coloco bajo su mirada tierna y poderosa.
Ella aplasta la cabeza de la serpiente y protege a sus hijos con amor infinito.
Virgen Santísima, Madre del Verbo Encarnado,
acógeme bajo tu protección.
Tú eres la nueva Eva, la Inmaculada, la llena de gracia.
Te consagro mi mente, mi cuerpo, mis relaciones, mi vida entera.
Llévame de la mano hacia Jesús y no permitas que me desvíe del camino.
Reina celestial, intercede por mí, lucha por mí, protéjeme en esta batalla espiritual.
San José, custodio del Redentor,
te ruego también tu poderosa intercesión.
Tú que fuiste protector de la Sagrada Familia,
guarda mi casa y los que habitan en ella.
Haz huir al enemigo con tu pureza, con tu silencio, con tu fortaleza.
Sella las puertas de mi hogar y los corazones de los míos.
No permitas que ninguna fuerza maligna entre en mi vida.
Señor Jesús, camina por mi historia.
Entra en cada herida de mi infancia,
en cada vacío de amor,
en cada experiencia de rechazo, de abandono, de dolor.
Sana lo que fue roto, libera lo que quedó atado,
ilumina lo que fue herido.
Tú eres el mismo ayer, hoy y siempre.
Tu poder no tiene límite.
Tu amor lo transforma todo.
Te entrego mis miedos, Señor:
miedo al futuro, a la soledad, al fracaso, al rechazo.
Te entrego mis cargas emocionales,
te entrego mis relaciones rotas, mis vicios, mis hábitos dañinos.
Llévatelo todo, Jesús.
Hazme nuevo, hazme libre, hazme tuyo.
Clamo la libertad en tu nombre,
proclamo tu victoria sobre mi vida.
Y declaro con fe que ya no soy esclavo del pecado,
sino hijo del Dios Altísimo, heredero de su Reino.
Soy libre en el nombre de Jesús.
Libre para amar, libre para servir, libre para vivir con alegría.
Gracias, Señor, porque escuchas mi oración.
Gracias por tu presencia viva, por tu amor sin medida.
Gracias por tu misericordia que renueva mi alma.
No soy digno de ti, pero tú me eliges, tú me levantas, tú me restauras.
Desde ahora y para siempre,
te proclamo como mi único Señor y Salvador.
Te abro las puertas de mi vida,
te doy el control de todo lo que soy,
te pido que seas mi guía en cada paso.
Sé tú mi escudo en la batalla,
mi fortaleza en la debilidad,
mi paz en medio del caos,
mi gozo en la tristeza,
mi refugio en la tempestad.
Bendito seas, Jesús.
Glorificado seas por los siglos.
Toda rodilla se doble ante tu nombre.
Toda lengua proclame que tú eres el Señor.
Y ahora, Padre celestial,
te pido que selles esta oración
con el poder del Espíritu Santo.
Cúbreme con tu luz,
marca mi corazón con el fuego de tu amor,
y que tu presencia no se aparte jamás de mí.
Amado Jesús, quédate conmigo.
Amado Jesús, lléname de Ti.
Amado Jesús, vive en mí.
✝ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración de Liberación y Protección Católica 2
✝ En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Padre celestial, Dios todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra,
hoy me postro ante tu presencia
con un corazón humilde y necesitado de tu gracia.
Reconozco que tú eres mi refugio seguro,
mi escudo poderoso y mi roca eterna.
Solo tú tienes el poder de salvar, de sanar y de liberar.
Hoy levanto mi voz a ti con fe,
clamando tu protección divina y tu liberación total
sobre mi vida, mi familia, mi hogar y todo lo que soy.
Señor Jesús, Hijo amado del Padre,
Tú que venciste el pecado y la muerte con tu cruz gloriosa,
Tú que triunfaste sobre toda fuerza del mal,
ven hoy con poder a mi vida.
Declaro con fe que tú eres el Señor de mi existencia,
el Rey de mi alma y el Salvador de mi ser.
No hay otro nombre en el que halle salvación,
ni fuerza más poderosa que la Sangre que derramaste por amor.
Por eso, Jesús mío,
te pido ahora que me cubras con tu Sangre Preciosa:
sella mi mente, mis pensamientos, mis recuerdos;
sella mi corazón, mis sentimientos, mis emociones;
sella mi cuerpo, mis sentidos, mis pasos, mis palabras;
sella mi pasado, mi presente y mi futuro.
Que ninguna fuerza del mal tenga poder sobre mí,
porque tú has pagado el precio por mi libertad,
y yo hoy reclamo esa libertad en tu nombre.
En tu nombre, Jesús,
rompo y renuncio a toda atadura espiritual,
a toda cadena de pecado,
a todo lazo con el mal, consciente o inconsciente,
a todo pacto, maldición, consagración o palabra contraria
que haya sido pronunciada contra mí o contra mi familia.
Lo clavo ahora en tu cruz, y declaro:
¡Soy libre en el nombre de Jesús!
¡Libre de toda esclavitud espiritual,
libre de la opresión, libre del temor,
libre del odio, libre del rencor, libre de la desesperanza!
Te pido, Señor, que tu Espíritu Santo me inunde.
Ven, Espíritu de Dios,
con tu fuego purificador,
con tu luz que rompe toda oscuridad,
con tu amor que sana las heridas más profundas.
Desciende ahora con poder sobre mi vida.
Llena cada rincón de mi alma,
cada vacío, cada sombra, cada herida.
Derriba fortalezas, disuelve nudos interiores,
y restaura lo que el enemigo quiso destruir.
Espíritu Santo, te invito a reinar en mi casa,
en mi trabajo, en mis relaciones, en mis decisiones.
Tú eres mi defensor, mi consolador,
mi fuerza en la debilidad.
Haz nuevas todas las cosas en mí.
Hazme templo vivo para la gloria del Padre.
Despierta en mí los dones que has sembrado,
y hazme testigo de tu poder en el mundo.
Virgen María, Madre poderosa,
Mujer vestida de sol y coronada de estrellas,
tú que aplastaste la cabeza del maligno,
intercede por mí con tu amor maternal.
Cúbreme con tu manto,
llévame de la mano hacia Jesús,
protégeme como protegiste a tu Hijo,
guárdame como guardaste tu corazón inmaculado.
Tú que eres refugio de los pecadores,
consuelo de los afligidos y reina de los ángeles,
te consagro mi vida, mi alma y todo lo que soy.
Enséñame a luchar con humildad,
a amar sin límites,
a confiar sin temor.
Madre mía, no permitas que me aparte del camino de la verdad.
San Miguel Arcángel,
príncipe de los ejércitos celestiales,
valiente defensor del pueblo de Dios,
ven ahora en mi auxilio.
Con tu espada de fuego,
corta toda influencia maligna que quiera tocarme.
Levanta tu escudo ante mí y mi familia.
No permitas que el enemigo nos robe la paz,
ni que la confusión nuble nuestra fe.
Ángeles de Dios, guardianes celestiales,
acampen a nuestro alrededor.
Protejan nuestros sueños, nuestros pasos, nuestro descanso.
Iluminen nuestras decisiones,
luchen por nosotros en las batallas invisibles,
y adoren junto a nosotros al único Dios verdadero.
Que nuestra casa sea un lugar de luz,
donde reine la presencia de Cristo.
Señor Jesús, ahora te entrego todo lo que soy:
mi historia, mis heridas, mis errores, mis temores,
mis sueños, mis cargas, mis luchas.
Toma todo, purifícalo todo, transforma todo.
Que mi corazón pertenezca solo a ti.
Tú eres mi Pastor, y nada me faltará.
Tú eres mi roca firme, mi refugio seguro,
mi paz en la tormenta, mi victoria en la prueba.
Te doy gracias, Señor,
porque tu presencia me fortalece,
porque tu nombre es poderoso,
porque en ti tengo vida nueva.
Gracias por tu misericordia infinita,
por tu perdón que me levanta,
por tu amor que me sostiene.
Hoy declaro que mi vida está bajo tu señorío.
Declaro que mi familia es tuya.
Declaro que ninguna arma forjada contra mí prosperará,
porque estoy sellado con tu Sangre,
cubierto con tu luz,
protegido por tu Espíritu,
y rodeado por tu amor.
Si alguna tiniebla me rodea,
tú la disipas con tu gloria.
Si alguna prueba me toca,
tú la transformas en bendición.
Si algún enemigo se levanta,
tú peleas por mí.
Jesús, tú eres mi libertador,
mi redentor, mi defensor.
Contigo a mi lado, no temeré.
Aunque camine por valle de sombra y de muerte,
no temeré ningún mal,
porque tú vas conmigo.
Tu vara y tu cayado me dan seguridad.
Tu amor me envuelve.
Tu presencia me salva.
A ti, Señor, doy toda gloria,
todo honor, toda alabanza,
porque tú eres digno,
porque tú eres Santo,
porque tú eres Rey por los siglos.
¡Bendito y alabado seas por siempre, Jesús!
¡Bendito tu nombre en mi boca,
bendito tu poder en mi vida,
bendita tu cruz que me ha dado salvación!
✝ En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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