Para rezar con fe y esperanza ante la Virgen María y nuestro Señor Jesús
Señor Jesús,
Dios de la vida y de la esperanza,
vengo ante Ti con el corazón lleno de preocupación y angustia,
porque un ser amado atraviesa una enfermedad grave.
Tú conoces, Señor, su sufrimiento, su cuerpo debilitado,
sus noches de dolor y sus días de lucha.
Hoy me postro ante Tu Presencia divina,
con la confianza puesta en Tu poder sanador
y en Tu infinita misericordia.
Tú, Jesús, que caminaste entre los enfermos,
que tocaste con tus manos a los leprosos,
que abriste los ojos de los ciegos y devolviste la vida a los que yacían sin fuerzas,
hoy te pido con humildad:
mira con compasión al enfermo por quien elevo esta oración.
Tú sabes su nombre, conoces su historia,
conoces el temor que lo habita y el amor de quienes le rodean.
Te pido que pongas tu mano sobre su frente,
que toques su cuerpo con tu luz,
y si es tu voluntad, le concedas la sanación.
Madre Santísima, Virgen María,
Madre de los enfermos y consuelo de los afligidos,
intercede ante tu Hijo por este hermano nuestro que está tan grave.
Abrázalo con tu manto, cúbrelo con tu ternura,
y si el dolor le abruma, que no pierda la esperanza.
Si la enfermedad avanza, que nunca falte tu presencia maternal.
Dale fortaleza a su alma, paz a su espíritu,
y esperanza a sus seres queridos.
A todos los que están orando esta plegaria,
les invito a que comenten el nombre de ese enfermo por el que quieren pedir,
porque el hermano Alberto desea unirse en oración esta semana
por cada persona que está en situación grave.
No están solos. Su dolor es también el nuestro,
y la oración compartida tiene fuerza cuando se eleva desde el amor.
Señor Jesús, si en tu plan divino está conceder la salud,
hazlo con prontitud, para que tu gloria sea visible.
Pero si esta enfermedad forma parte del camino de cruz,
acompáñalo con tu presencia,
no lo dejes solo ni un instante.
Dale paz al corazón, sentido al sufrimiento,
y esperanza firme de que tu amor lo sostiene aún en la tormenta.
Padre celestial, bendice a los médicos,
a las enfermeras, a quienes cuidan de él.
Dales sabiduría, compasión,
y manos delicadas para tratar su fragilidad.
Bendice a su familia,
dales fortaleza para sostenerse en esta prueba,
y consuelo en cada momento de cansancio y tristeza.
Te lo entrego, Señor, como ofrenda viva,
no como alguien que se pierde, sino como alguien que te pertenece.
Y aunque mi corazón tiembla,
mi alma confía en Ti,
porque sé que todo lo que haces,
lo haces por amor,
aunque no siempre lo comprenda.
Al final de esta oración,
te invito nuevamente a dejar en los comentarios el nombre de tu familiar,
amigo o conocido que esté en estado grave,
para que el hermano Alberto, con profundo amor cristiano,
ore durante la semana por cada uno de ellos.
Unidos en oración, confiamos en que Dios escucha,
que su mano actúa y su amor sana.
Virgen María, Madre nuestra,
llévale esta súplica a tu Hijo amado.
Que no nos falte la fe,
que no se apague la esperanza,
y que siempre vivamos con la certeza
de que Dios cuida de sus hijos, aún en medio del dolor.
Amén.
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