Sangre Preciosa de Jesucristo, fuente de salvación y escudo poderoso contra todo mal, hoy me postro ante Ti con el corazón lleno de fe y amor, para clamar tu protección sobre mis hijos, los tesoros más grandes que Dios me ha confiado.
Cúbrelos, Señor, con tu Sangre bendita desde la cabeza hasta los pies. Rocía cada parte de su cuerpo, su mente, su corazón y su espíritu. Que ninguna fuerza del mal pueda tocarlos, que ningún peligro los alcance, que ninguna oscuridad los envuelva, porque la Sangre del Cordero los guarda, los protege y los defiende.
Sangre poderosa de Cristo, levántate como muralla alrededor de ellos cuando estén en casa, en el colegio, en la calle, en sus trabajos o en cualquier lugar donde se encuentren. Que tus gotas divinas los sigan como un escudo invisible y los alejen de todo accidente, de toda mala decisión, de todo engaño del enemigo, de toda influencia destructiva.
Te suplico, Señor Jesús, que Tu Sangre los preserve del pecado, de la violencia, de las drogas, de la depresión, del miedo, del odio y de todo lo que pueda apartarlos de Ti. Que cada día, al despertar, la Sangre de Tu Cruz sea su fortaleza, y que cada noche, al dormir, Tu Sangre los cubra con paz y seguridad.
Madre Santísima, Virgen María, tú que estuviste al pie de la Cruz y viste brotar la Sangre Redentora de tu Hijo, intercede por mis hijos. Acompáñalos, ampáralos, conságralos al Sagrado Corazón de Jesús y protégelos bajo tu manto maternal.
Señor, yo no puedo estar con ellos todo el tiempo, pero Tú sí. Por eso, confío en Tu Sangre, que es vida, protección y victoria. Te los entrego, uno a uno, por su nombre, por su historia, por su presente y su futuro. Que vivan bajo Tu gracia y caminen siempre bajo la cobertura de Tu Sangre.
Gracias, Jesús, por tu amor inmenso. Gracias por dar tu vida para salvar a los que amo. En Ti confío, en Ti espero, en Ti descanso.
Amén.
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