Oración a la Virgen María por los Niños Abandonados y Huérfanos
Oh Virgen María, Madre tierna y compasiva, refugio de los desamparados y consuelo de los que sufren, hoy me presento ante ti con el corazón conmovido, para elevar una súplica desde lo más profundo del alma: intercede ante tu Hijo Jesucristo por todos los niños abandonados y huérfanos del mundo. Tú, que llevaste en tu seno al Niño Dios y lo cuidaste con tanto amor, comprendes mejor que nadie el valor sagrado de cada vida, especialmente la de los más pequeños e indefensos.
Mira con piedad, Madre buena, a tantos niños que han sido privados del calor de un hogar, del abrazo de una madre, del sustento de un padre. Hay niños solos en las calles, niños que lloran en orfanatos, niños que no conocen el amor, que han sido marcados por el abandono, la violencia, el desprecio o el olvido. Te suplico, María, que los tomes uno a uno en tus brazos maternales, que los acaricies con tu ternura celestial, y les hagas sentir que no están solos, que tienen una Madre en el cielo que vela por ellos día y noche.
Oh Madre de los huérfanos, tú que perdiste a tu esposo San José y supiste del dolor y la soledad, comprende a los niños que han perdido a sus padres, ya sea por la muerte, por la pobreza, por la indiferencia o por circunstancias injustas. Que en medio de su tristeza encuentren en ti una luz, una presencia cercana, una fuente de consuelo que los abrace en su vacío. Sánales el corazón herido, llénales el alma de esperanza y guíalos siempre por caminos de amor, dignidad y fe.
Te ruego también por quienes los acogen: los cuidadores, las instituciones, las familias adoptivas y los voluntarios que, movidos por el amor de Dios, ofrecen una segunda oportunidad a estos pequeños. Dales fortaleza, paciencia, generosidad y ternura. Que nunca les falte el alimento, la educación, ni el cariño necesario para que crezcan en alegría, dignidad y esperanza.
Virgen Santísima, intercede ante Dios para que surjan corazones dispuestos a abrir las puertas de sus hogares a los niños sin familia. Que nunca falten manos generosas que los acojan, corazones nobles que los amen, comunidades que los protejan, y sociedades que los defiendan. Enséñanos a ver en cada niño abandonado el rostro mismo de tu Hijo Jesús, que también fue rechazado, perseguido, y no tuvo donde nacer.
Oh María, Madre del Amor, haznos sensibles ante el dolor de la infancia olvidada. Que no nos acostumbremos a su sufrimiento, que no permanezcamos indiferentes ante sus lágrimas. Muévenos a la acción, a la caridad concreta, a la oración constante por ellos. Ayúdanos a ser instrumentos del amor de Dios en sus vidas, a construir un mundo donde ningún niño crezca sin amor, sin protección, sin guía.
Ruega, Madre bendita, para que todos los niños del mundo sean acogidos como tesoros del cielo. Que nunca más haya pequeños que crezcan sin afecto, sin identidad, sin futuro. Haz que cada niño, sin importar su condición, pueda reír, soñar, jugar y crecer rodeado del amor que merece como hijo de Dios.
Tú, que cuidaste con tanto esmero al Niño Jesús, cuida también a todos los niños desamparados. Sé su refugio, su consuelo, su esperanza. Protégelos del mal, líbralos del peligro, llévalos siempre por el camino de la fe y hazles sentir tu compañía en cada paso. Que por tu intercesión poderosa, encuentren en la vida personas que les muestren el amor del Padre celestial.
Oh Virgen María, Reina de los Cielos y Madre de todos, no dejes de velar por cada niño abandonado, por cada niño huérfano. Y a nosotros, tus hijos, enséñanos a amar como tú amas, a proteger como tú proteges, a servir como tú sirves. Que con tu ayuda maternal, el mundo sea un lugar donde todos los niños sean amados, valorados y bendecidos.
Amén.
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