Señor Jesús,
en esta noche santa en la que celebramos la Última Cena,
te adoramos y bendecimos por el inmenso regalo de la Eucaristía,
sacramento de tu Cuerpo y de tu Sangre,
memorial de tu Pasión y fuente de vida eterna.
Gracias por quedarte con nosotros en el pan consagrado,
por hacerte alimento que fortalece nuestra alma,
por enseñarnos que el verdadero amor es servicio,
y por arrodillarte ante nosotros para lavarnos los pies.
Hoy también damos gracias por el don del sacerdocio,
por todos aquellos hombres que, configurados contigo,
entregan su vida al servicio de tu Iglesia,
llevando tu Palabra, tu perdón y tu presencia a tantos corazones.
Protégelos, Señor, fortalece su fe y renueva su fidelidad.
Te pedimos que nos enseñes a amar como Tú:
a perdonar sin medida,
a servir con humildad,
a entregarnos con generosidad.
Haznos comprender, Señor, que cada Eucaristía
es un encuentro real contigo,
un misterio de amor que transforma nuestro corazón
y nos envía a amar al mundo como Tú lo amas.
Te acompañamos esta noche en Getsemaní,
en tu soledad, en tu agonía,
y nos unimos a tu oración:
“Padre, que no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lc 22,42).
Quédate con nosotros, Jesús Eucaristía,
y haz de cada uno de nosotros
un reflejo vivo de tu amor.
Amén.
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