Amadísimo Señor de los Milagros,
Jesucristo vivo y glorioso en la cruz,
Tú que cargaste con amor el peso de nuestras culpas,
Tú que transformaste el dolor en redención
y la muerte en vida eterna,
hoy me arrodillo ante Ti,
con el alma herida pero llena de fe,
para presentarte una súplica que, para mí, parece imposible.
Oh Señor de los Milagros,
Tú que todo lo puedes,
Tú que eres el Dios de lo sobrenatural,
Tú que abriste el Mar Rojo,
sanaste a los enfermos con solo una palabra,
resucitaste muertos,
y diste paz donde reinaba el caos,
te imploro que no apartes tu mirada de este hijo tuyo que clama con fe.
Señor, vengo a Ti porque sé que no hay barrera que Tú no puedas romper,
ni herida que no puedas sanar,
ni corazón que no puedas tocar,
ni situación, por difícil que sea,
que esté fuera del alcance de tu misericordia y poder.
Tú conoces mi necesidad,
Tú sabes cuánto me duele esta carga,
Tú ves lo que mis ojos no pueden ver
y lees en mi corazón lo que mis labios a veces no se atreven a pronunciar.
Por eso, con humildad, pero con fe firme,
te presento esta petición imposible:
(En este momento, dilo en tu interior o en voz alta, con total confianza en el Señor.)
Señor de los Milagros,
para el mundo, esto es imposible.
Para mis fuerzas humanas, no hay salida.
Para mis recursos, no hay forma.
Pero para Ti, nada es imposible.
Tú eres el Dios que abre caminos donde solo hay desierto,
que convierte la noche más oscura en amanecer,
que hace florecer lo seco y levanta lo derrumbado.
Señor, si en tu infinita sabiduría consideras que esta petición
traerá bien a mi alma y gloria a tu Nombre,
te ruego que me la concedas,
no por mis méritos, que son pocos,
sino por tu inmenso amor,
por tu cruz bendita,
por tu sangre preciosa que redime y salva.
Y si este milagro que te pido no es tu voluntad,
ayúdame a aceptar tu plan con fe,
dame consuelo en la prueba,
paz en la espera y fortaleza para no caer.
Que no me aleje de Ti por no recibir lo que quiero,
sino que me acerque más a Ti por saber que me amas.
Jesús de los Milagros,
te entrego todo: mi corazón herido, mis temores, mi anhelo.
No quiero aferrarme a mis fuerzas,
quiero confiar en las tuyas.
No quiero depender de mis planes,
quiero descansar en los tuyos.
Enséñame a vivir en tu voluntad,
a confiar como María,
a perseverar como los santos,
a esperar como aquellos que saben que Tú nunca fallas.
Hoy deposito esta causa imposible en tu cruz bendita,
donde el dolor se vuelve salvación,
y la muerte se transforma en resurrección.
Hazme testigo de tu poder.
Hazme testigo de tu amor.
Y si me concedes esta gracia, Señor,
te prometo dar testimonio de tu obra,
hablar de tu bondad,
y vivir con un corazón más agradecido y fiel.
Señor de los Milagros,
escucha el clamor de tu pueblo,
de todos los que hoy elevamos peticiones imposibles:
los enfermos desahuciados,
las madres que lloran por sus hijos,
los que buscan empleo,
los que están solos,
los que luchan con adicciones o depresiones,
los que están a punto de rendirse.
Haz llover tu gracia sobre nosotros.
Muéstranos tu rostro,
levanta nuestras almas,
y haz de lo imposible un testimonio de tu gloria.
Gracias, Jesús, por escucharme.
Gracias porque sé que, en tu tiempo perfecto,
responderás como mejor convenga a mi alma.
Confío en Ti.
Espero en Ti.
Te alabo aún en medio de la incertidumbre,
porque sé que Tú eres fiel,
Tú eres amor,
Tú eres el Señor de los Milagros,
y en Ti está mi victoria.
Amén. 🙏💜
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