Oh, amado Jesús, Salvador de mi alma y Luz de mi camino, me presento hoy ante Ti con un corazón humilde y necesitado. Reconozco tu infinita misericordia y tu poder ilimitado, y sé que solo en Ti puedo encontrar la fortaleza para superar aquello que me aflige. En este momento, te confío mis miedos, esas sombras que a menudo oscurecen mi paz y me impiden vivir plenamente la vida que Tú has diseñado para mí.
Señor, mis miedos son muchos y variados. A veces, siento el temor a lo desconocido, a lo que el futuro me depara. La incertidumbre de mañana me paraliza hoy, y mi mente se llena de preocupaciones sobre cosas que aún no han sucedido. Te pido, Jesús, que me ayudes a confiar en tu providencia, a recordar que Tú tienes un plan perfecto para mí, un plan de bien y no de mal, un plan para darme un futuro y una esperanza. Ayúdame a entregar cada día en tus manos amorosas, sabiendo que Tú cuidas de mí con más ternura de lo que yo puedo imaginar. Que mi fe sea más grande que mis dudas, y mi esperanza más luminosa que mis temores.
Otras veces, el miedo al fracaso me oprime. La idea de no ser suficiente, de no cumplir las expectativas, de equivocarme, me detiene antes de siquiera intentar. Este miedo me frena, me impide tomar riesgos, me limita en mis talentos y mis sueños. Te suplico, Jesús, que me liberes de esta atadura. Tú, que conoces mis capacidades y mis limitaciones, sabes que mi valor no radica en mis éxitos o fracasos, sino en ser tu hijo, creado a tu imagen y semejanza. Enséñame a ver cada tropiezo no como un final, sino como una oportunidad para aprender, para crecer y para acercarme más a Ti. Que tu gracia sea mi fuerza, y tu amor mi motivación para levantarme cada vez que caigo.
También, Jesús, sufro del miedo al rechazo, a no ser aceptado, a la soledad. La necesidad de aprobación humana a veces me consume y me hace dudar de mi propio valor. Este miedo me lleva a complacer a los demás, a ocultar mi verdadera esencia por temor a no ser amado. Te pido, Señor, que sanes esta herida en mi corazón. Recuérdame que tu amor es incondicional y eterno, que Tú me amas tal como soy, con todas mis virtudes y mis defectos. Que tu amor sea suficiente para mí, y que en Ti encuentre la seguridad y la plenitud que anhelo. Que mi identidad esté arraigada en Ti, y no en la opinión de los demás.
Incluso, amado Jesús, a veces el miedo a perder a mis seres queridos, o el miedo a la enfermedad y al dolor, se apodera de mí. La fragilidad de la vida me recuerda mi propia vulnerabilidad y la de aquellos a quienes amo. En estos momentos de angustia, te imploro que me concedas tu paz. Ayúdame a aceptar los misterios de la vida y de la muerte, a confiar en que Tú eres el Señor de todo, y que incluso en el sufrimiento, tu presencia me sostiene. Que mi fe en la resurrección me dé consuelo y esperanza, sabiendo que en Ti, la vida triunfa sobre la muerte.
Jesús, Tú que caminaste sobre las aguas, que calmante las tempestades con una sola palabra, que expulsaste demonios y sanaste toda enfermedad, te pido que expulses de mi corazón todo espíritu de miedo. Que tu Santo Espíritu, el Espíritu de fortaleza y de amor, habite en mí y me dé la valentía para enfrentar mis desafíos. Lléname de tu confianza, para que pueda dar cada paso sabiendo que Tú estás conmigo. Ilumina mi mente para ver la verdad y disipar las ilusiones que el miedo crea. Fortalece mi voluntad para resistir la tentación de la desesperación y para abrazar la esperanza.
Con tu poder, oh Jesús, deseo ser libre. Libre para amar sin reservas, para soñar sin límites, para vivir cada día con alegría y gratitud. Que mi vida sea un testimonio de tu amor y de tu poder liberador. Ayúdame a recordar siempre tus palabras: "No temas, yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia". (Isaías 41:10)
Gracias, Jesús, por escuchar mi oración. Sé que Tú eres fiel y que me responderás conforme a tu santa voluntad. Confío en tu amor y en tu gracia para superar cada uno de mis miedos y para vivir una vida plena en tu presencia. Amén.
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