Madre Santa, Virgen María,
llena de amor, ternura y compasión,
hoy me postro ante ti con el corazón abierto,
para confiarte lo más sagrado que tengo en esta vida: mis hijos.
Tú que fuiste Madre de Jesús,
sabes lo que es amar sin medida,
proteger con el alma,
y sufrir por cada paso que dan los hijos en esta tierra.
Virgen del Cielo,
te pido que los tomes de la mano,
que los cubras con tu manto de luz,
y los guíes por caminos de fe, de paz y de bondad.
Protégelos de todo mal,
aléjalos de los peligros,
líbralos de las malas decisiones,
y fortalece sus corazones para que nunca se aparten del amor de Dios.
Enséñales a caminar con Jesús,
a escuchar su voz en medio del ruido,
y a confiar en Él aun en los días de oscuridad.
Que nunca falte en sus vidas el consuelo de tu presencia,
ni la certeza de que tú, Madre buena,
los acompañas en cada paso,
los abrazas en cada caída
y los alientas en cada nuevo amanecer.
Intercede por sus sueños,
por su salud,
por sus luchas interiores,
por sus estudios, trabajos y amistades.
Dales sabiduría, templanza, fe firme y corazón generoso.
Que nunca se sientan solos ni perdidos,
pues tú los llevas en tu corazón de Madre.
Virgen María, Reina de la familia,
te los entrego por completo.
Haz de ellos instrumentos de paz,
sembradores del bien,
y fieles hijos de Dios.
Y si algún día se alejan del camino,
ve tú tras ellos como Madre paciente,
y tráelos de vuelta al hogar del amor eterno.
Amén.
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