El diácono permanente tiene un papel fundamental en la comunidad cristiana, basado en los tres pilares de su ministerio: la Palabra, la Liturgia y la Caridad. Sus principales labores incluyen:
1. Ministerio de la Palabra
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Proclamar el Evangelio en la Misa y, cuando corresponda, predicar la homilía.
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Catequizar y formar a la comunidad en la fe, guiando grupos de preparación sacramental (bautismo, confirmación, matrimonio).
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Evangelizar en diferentes contextos, como barrios, hospitales, cárceles y comunidades marginadas.
2. Ministerio Litúrgico
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Asistir al sacerdote en la celebración de la Eucaristía.
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Administrar el Sacramento del Bautismo.
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Presidir matrimonios en nombre de la Iglesia.
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Celebrar exequias y otras liturgias sin Eucaristía.
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Dirigir la oración comunitaria, como la Liturgia de las Horas y la adoración al Santísimo.
3. Ministerio de la Caridad
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Acompañar y servir a los más necesitados: enfermos, ancianos, privados de la libertad, personas en situación de calle.
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Organizar y colaborar en obras de ayuda social, bancos de alimentos, misiones, pastoral de la salud y pastoral penitenciaria.
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Ser un puente entre la Iglesia y la sociedad, promoviendo la justicia y la doctrina social de la Iglesia.
4. Acompañamiento Pastoral
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Colaborar con el párroco en la coordinación de la pastoral parroquial.
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Asistir en la formación y acompañamiento de grupos laicales.
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Guiar la vida espiritual de la comunidad a través de retiros, talleres y encuentros de fe.
El diácono es un servidor por excelencia, llamado a ser signo visible de Cristo siervo en medio de la comunidad. ¿En qué área sientes que puedes aportar más dentro de tu proceso formativo?
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