Padre nuestro, en este momento me dirijo a ti para presentarte a mis queridos hijos. Te ruego, Señor, que derrames la preciosa sangre de tu Hijo amado, Jesucristo, sobre cada uno de ellos.
En tu infinita bondad y misericordia, sé su guía y protector, líbralos de todo peligro y tentación. Cubre su vida con el manto de tu protección y fortaleza.
Que la sangre de Cristo sea su escudo contra todo mal y peligro que pueda acecharles en este mundo. Que esa sangre los cubra y los purifique, haciéndolos dignos de tu amor y tu gracia.
Ayúdalos a tener un corazón acogedor y generoso, lleno de compasión por aquellos que sufren. Que puedan seguir los pasos de tu Hijo amado, siguiendo su ejemplo de amor y servicio a los demás.
Señor, te pido también que los bendigas abundantemente en todas las áreas de sus vidas: en sus estudios, en su trabajo, en sus relaciones. Permitirles crecer y desarrollarse según tu voluntad, brillando como luces en medio de una sociedad a menudo oscura.
Finalmente, te pido que los guíes en su camino espiritual, que crezcan en su fe y encuentren en ti su mayor tesoro. Que siempre puedan contar contigo como su refugio y consuelo, y que puedan experimentar tu amor y tu gracia de manera palpable en sus vidas.
Todo esto te lo pido en el nombre de tu Hijo amado, Jesucristo, quien derramó su sangre por nuestra salvación. Amén.
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