Oración por la Conversión de los Hijos
Dios Padre amoroso y lleno de misericordia, hoy vengo a ti con el corazón abierto, herido, pero lleno de esperanza, para suplicarte por la conversión de mis hijos. Tú me los diste como un regalo sagrado, y hoy los coloco nuevamente en tus manos, porque sé que sólo tú puedes tocar lo más profundo de sus corazones.
Señor, tú conoces sus caminos, sabes por dónde andan, qué los aflige, qué los ha apartado de Ti. Tú ves lo que yo no puedo ver y conoces las batallas que libran en silencio. Por eso te suplico: no los sueltes, no los dejes vagar sin rumbo. Aunque se escondan, aunque huyan, aunque parezca que ya no te buscan, yo sé que tu amor los sigue, los espera y los llama por su nombre.
Jesús, Buen Pastor, tú que vas en busca de la oveja perdida hasta encontrarla, no descanses hasta traer de vuelta a mis hijos al redil de tu Iglesia. Abre sus ojos a la verdad, libéralos de las cadenas del pecado, del mundo, de la indiferencia y de toda oscuridad que los aleja de tu luz. Tócalos con tu gracia, aun si no lo reconocen, aun si no quieren escucharte. Tú tienes poder para convertir cualquier corazón, por más endurecido que esté.
Te ruego por cada pensamiento de mis hijos, por cada decisión, por sus amistades, sus heridas y sus búsquedas. Si alguna vez han sido lastimados dentro o fuera de la Iglesia, si alguna vez fueron mal testimonio de fe, Señor, sáname tú también de mis errores y permíteme ser un canal de tu misericordia para ellos.
Espíritu Santo, ven con poder sobre mis hijos. Sopla vida nueva sobre ellos. Aviva en su interior el recuerdo del amor de Dios, de los valores que se les enseñaron, de las oraciones que un día aprendieron. Aunque ellos hoy estén lejos, aunque sus palabras digan "no creo", "no me interesa", "no tengo tiempo", yo sé que tú puedes abrir brechas donde ya no hay camino.
Virgen María, Madre de los hijos pródigos, tú que sufriste al ver a tu Hijo perseguido, rechazado y crucificado, acompáñame en este dolor de ver a mis hijos lejos de Dios. Tómalos de la mano y llévalos a los pies de Jesús. Que encuentren en ti una Madre siempre dispuesta a acoger, comprender y guiar. Ruega por ellos cada día, como yo lo hago con lágrimas en el alma.
San Agustín, tú que fuiste un hijo rebelde y lejano, pero volviste al camino gracias a las oraciones incansables de tu madre, Santa Mónica, intercede por mis hijos. Que no se pierdan, que regresen, que un día puedan decir: “Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva… y he aquí que tú estabas dentro de mí, y yo fuera de mí te buscaba”.
Señor, aumenta mi fe. Dame paciencia para esperar, fortaleza para seguir orando, amor para no condenar, ternura para no herir, y esperanza para no rendirme jamás. Aunque pasen años, aunque no vea frutos ahora, yo confío en que mi oración no es en vano.
Haz de mí un padre/madre que refleje tu amor, que acompañe sin imponer, que escuche sin juzgar, y que ore sin cesar. Porque creo firmemente que tú puedes hacer nuevas todas las cosas, incluso el corazón más alejado.
Te alabo, te bendigo y te doy gracias desde ya por lo que harás en la vida de mis hijos. Los consagro a tu Sagrado Corazón y los coloco bajo el amparo de la Virgen María.
Amén.
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