Oración a la Sangre de Cristo por los hijos
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Oh divina Sangre de Cristo, fuente inagotable de amor y redención, hoy nos acercamos a ti con corazones humildes y cargados de súplicas, elevando nuestras oraciones por los hijos, aquellos seres preciosos que nos has confiado para cuidar, guiar y amar en este mundo.
En tus santas llagas, oh Cristo amado, encontramos el refugio y la esperanza para nuestros hijos. Reconocemos que cada gota de tu preciosa Sangre fue derramada por amor a la humanidad, y que en ella encontramos la fuerza para proteger a nuestros hijos de todo mal, peligro y tentación que pueda acechar sus vidas.
Padre celestial, encomendamos a tus hijos a la protección de tu Sangre redentora. Sellamos sus vidas con el poder de tu Sangre preciosa, cubriéndolos desde el momento de su concepción hasta el día de su partida de este mundo. Que tu Sangre, oh Señor, sea un escudo invencible que los proteja de todo peligro físico, emocional y espiritual.
Te pedimos, oh Dios misericordioso, que guíes y dirijas los pasos de nuestros hijos por el camino de la verdad y la justicia. Que en medio de las tentaciones y desafíos de la vida, puedan encontrar en tu Sangre el poder para resistir el mal y perseverar en el bien. Que en cada decisión que tomen, en cada paso que den, puedan sentir tu presencia amorosa y tu dirección sabia.
Bendice, oh Señor, las mentes y los corazones de nuestros hijos. Líbralos de todo pensamiento y deseo que los aleje de tu voluntad. Que crezcan en sabiduría y en gracia delante de ti y de los hombres. Que aprendan a amar como tú nos amas, a perdonar como tú nos perdonas, y a servir como tú nos sirves.
Te pedimos, oh Dios bondadoso, que protejas a nuestros hijos de las influencias nocivas de este mundo. Que tu Sangre poderosa los guarde de caer en la trampa del pecado y de perder el rumbo de sus vidas. Que encuentren en ti, oh Cristo, la fuente de verdadera alegría y plenitud, y que en todo momento busquen tu rostro y tu voluntad.
Derrama, oh Señor, tu gracia sanadora sobre aquellos hijos que están sufriendo física, emocional o espiritualmente. Que tu Sangre redentora los envuelva con su poder sanador y los restaure en cuerpo, mente y espíritu. Que encuentren consuelo y fortaleza en ti, oh Dios compasivo, y que experimenten tu amor incondicional en medio de sus pruebas y tribulaciones.
Padre celestial, te encomendamos a nuestros hijos con corazones llenos de fe y confianza en tu providencia. Que tu Santo Espíritu los guíe y fortalezca en su caminar por la vida, y que siempre estén conscientes de tu amor eterno que los sostiene en todo momento.
Oh Sangre de Cristo, precio de nuestra redención, protege y guarda a nuestros hijos con tu poder divino. Que en todo momento y en todo lugar puedan experimentar tu amor inquebrantable y tu protección constante. Te lo pedimos humildemente, en el nombre de Jesús, nuestro Señor. Amén.
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