Te pedimos, Dios compasivo, que guíes con tu mano bondadosa a los médicos, cirujanos y todo el personal de salud que estarán presentes durante estos procedimientos. Concede a cada uno de ellos la sabiduría divina necesaria para tomar decisiones acertadas, la destreza para llevar a cabo las intervenciones con precisión y la sensibilidad para brindar consuelo y apoyo a aquellos que lo necesiten. Que cada acto médico sea impregnado por el poder del Espíritu Santo, convirtiéndose así en un testimonio vivo de tu amor redentor y tu capacidad para realizar milagros de curación.
Te rogamos, Padre amoroso, que protejas a nuestros seres queridos mientras atraviesan el umbral de la sala de operaciones. Que tu presencia santa los acompañe en cada paso del camino, infundiéndoles valor, fortaleza y esperanza. Que sientan tu mano sanadora reposando sobre ellos, guiándolos y sosteniéndolos en los momentos de dolor y desconcierto. Que tu luz divina disipe toda sombra de temor y desesperanza, permitiéndoles confiar plenamente en tu voluntad y en tu plan perfecto para sus vidas.
Oh Dios de infinita compasión, te encomendamos a cada uno de estos enfermos, reconociendo que en tus manos se encuentra el poder de restaurar y renovar todas las cosas. Que su fe en ti nunca vacile, sino que crezca aún más fuerte en medio de las pruebas y tribulaciones. Concédeles la gracia de experimentar tu amor sanador de manera tangible, permitiéndoles recuperar la salud y la plenitud de vida que tanto anhelan.
En el nombre poderoso de Jesucristo, nuestro Señor y Salvador, depositamos nuestras esperanzas y nuestras vidas. Que su sacrificio redentor sea para cada uno de estos enfermos una fuente inagotable de fortaleza y consuelo. Que en él encuentren la paz que sobrepasa todo entendimiento y la certeza de que, en tus manos amorosas, todas las cosas son posibles. Amén.

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