Introducción:
Pentecostés, el quincuagésimo día después de la Resurrección de Jesucristo, se erige como una festividad celestial que marca la efusión del Espíritu Santo sobre los apóstoles. Este evento extraordinario, narrado en el Libro de los Hechos, simboliza la plenitud de la promesa de Jesús de enviar al Consolador. En esta entrada, exploraremos la riqueza espiritual de Pentecostés y nos uniremos en oración para invocar la presencia vivificante del Espíritu Santo en nuestras vidas.
Pentecostés: La Llegada del Espíritu Santo:
Pentecostés, que significa "cincuenta", celebra la culminación de la Pascua y la llegada del Espíritu Santo sobre los apóstoles reunidos en el Cenáculo. El viento impetuoso y las lenguas de fuego representan la poderosa presencia del Espíritu Santo, que descendió sobre los discípulos, capacitándolos para proclamar el Evangelio en todas las lenguas.
Oración Católica por Pentecostés:
"Oh Espíritu Santo, ven a nosotros en este día de Pentecostés con tu gracia vivificante. Te pedimos que desciendas sobre nosotros con la misma poderosa presencia que transformó a los apóstoles en valientes testigos de Jesús.
Espíritu divino, derrama tus dones sobre nosotros. Que podamos ser llenos de sabiduría para comprender tu voluntad, de inteligencia para discernir la verdad, de consejo para tomar decisiones acertadas, de fortaleza para superar las pruebas, de ciencia para crecer en el conocimiento de Dios, de piedad para adorar con reverencia y de temor de Dios para apartarnos del mal.
Te pedimos, Espíritu Santo, que enciendas en nosotros el fuego del amor divino. Que, al igual que las lenguas de fuego que descendieron sobre los apóstoles, podamos arder con pasión por Jesucristo y difundir su luz en el mundo. Que nuestros corazones, como el viento impetuoso de Pentecostés, sean llevados por tu inspiración divina.
María, Madre del Espíritu Santo, ruega por nosotros. Que, al imitar tu docilidad al Espíritu, podamos abrir nuestros corazones para recibir sus dones y ser transformados por su gracia. Que podamos, como tú, ser instrumentos dóciles en las manos de Dios para llevar a cabo su obra en el mundo.
Espíritu Santo, te invitamos a renovar en nosotros el don de la esperanza. Que, al celebrar Pentecostés, podamos experimentar la renovación de nuestro ser interior y salir al mundo como testigos alegres del Evangelio. Que podamos, con el poder de tu gracia, construir un mundo lleno de amor, justicia y paz. Amén.
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