La Presentación del Señor: Un Encuentro de Luz y Esperanza

 

Introducción:

La Presentación del Señor, también conocida como la Fiesta de la Candelaria, es un momento sagrado que marca la presentación de Jesús en el Templo de Jerusalén. Este evento, celebrado con reverencia en la tradición cristiana, simboliza la luz que irradia de la llegada del Mesías. A través de esta entrada, exploraremos la riqueza espiritual de la Presentación del Señor y cómo su significado trasciende los siglos, llevando consigo un mensaje de luz, esperanza y consagración.

El Templo Iluminado por la Presencia Divina:

Según la ley judía, los padres llevaban a su primogénito al Templo cuarenta días después del nacimiento. María y José, en obediencia a esta costumbre, llevaron al Niño Jesús al Templo, donde fueron recibidos por el anciano profeta Simeón y la profetisa Ana. En ese sagrado encuentro, Simeón reconoció en el Niño a la Luz que iluminaría a todas las naciones, y proclamó las conmovedoras palabras del "Nunc Dimittis", expresando su paz al poder contemplar al Salvador.

Oración Católica a la Presentación del Señor:

"Oh Dios, Padre celestial, en este día reflexionamos sobre la Presentación del Señor en el Templo, un acto de obediencia humilde y un encuentro lleno de significado espiritual. Te agradecemos por enviar a tu Hijo como la Luz del mundo, que ilumina nuestras vidas con esperanza y gracia.

Señor Jesús, al ser presentado en el Templo, aceptaste humildemente las costumbres de tu pueblo. Que podamos aprender de tu docilidad y obedecer con amor la voluntad del Padre celestial. Que nuestra vida sea una presentación constante, consagrada a tu servicio y guiada por la luz de tu verdad.

Espíritu Santo, al igual que inspiraste las palabras de Simeón, ilumina nuestros corazones con la sabiduría divina. Que podamos reconocer la presencia de Cristo en nuestras vidas y experimentar la paz que solo proviene de un encuentro auténtico con el Salvador.

Al contemplar la Presentación del Señor, te pedimos que nuestras vidas también sean presentadas como ofrendas vivas, santas y agradables a tus ojos. Que, como Simeón y Ana, podamos testificar la grandeza de tu amor y compartir la luz de Cristo con aquellos que caminan en la oscuridad.

Bendita Virgen María, que presentaste a tu Hijo con humildad y amor, intercede por nosotros para que podamos seguir tu ejemplo de entrega total a la voluntad de Dios. Que la Presentación del Señor nos inspire a vivir cada día con la certeza de que tu luz nos guía y nos llena de esperanza. Amén.